Miles de civilizaciones ancestrales orbitando miles de millones de años alrededor de pequeños soles a lo largo y ancho de todo el universo conocido.

Sociedades milenarias que han desarrollado culturas asombrosamente ricas en leyendas, mitos, historias épicas, momentos de luces y sombras, guerras, alianzas… Todas ellas bajo una luz tenue y rojiza de una estrella capaz de vivir más de 200.000 millones de años, quemando lentamente sus reservas de hidrógeno, sin prisas, sabiendo que su existencia da vida a millones de mundos terrestres que aproximan sus órbitas todo lo que la evolución estelar les permite para aprovechar lo máximo posible hasta el último resquicio de energía que su sol les brinda.

Algunas de estas civilizaciones han desarrollado el potencial de colonizar sus asombrosos sistemas solares, muchos de ellos creados a partir de un elegante equilibrio entre dos o tres estrellas. Otras no han aprendido el arte de la supervivencia y simplemente desaparecen sin dejar rastro alguno.

Quizás han asumido las limitaciones físicas del universo que les rodea, han asumido la dificultad de los viajes interestelares, quizás piensan que el universo está rebosando de vida, quizás no. Puede que hayan aprendido a burlar las enormes distancias entre civilizaciones formando increíbles alianzas entre especies….

Este es el panorama que esta semana nos permite atisbar las observaciones del «cazador de planetas» HARPS que apuntan a la existencia de decenas de miles de millones de mundos no mucho mayores que nuestra Tierra alrededor de enanas rojas en nuestra galaxia.

Según este preciso espectrógrafo hasta un 40% de las enanas rojas podrían tener al menos una supertierra orbitando en su zona de habitabilidad. Teniendo en cuenta que un 80% de la población estelar de la Vía Láctea pertenece a este tipo de estrella… imaginar….

Nosotros empeñados en buscar planetas de diámetro similar a la tierra alrededor de soles parecidos al nuestro. ¿Qué pasará cuando comprobemos que la zona de habitabilidad de una estrella tampoco es la que nuestro antropocentrismo nos dicta? ¿Qué pasará cuando descubramos que el carbono es una muy buena solución para que la vida avance pero no la única? ¿Y que hay más catalizadores para la vida que el agua?

Largo camino hemos recorrido desde que Copérnico arrebató a la Tierra su privilegiada posición en el centro del universo. Y lo que nos queda…