Las estrellas no suelen destruir a sus planetas

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Un nuevo estudio derivado de los datos que el telescopio espacial Kepler nos ha suministrado durante todos estos años ha visto la luz hoy.

Uno de los tipos más frecuentes de exoplanetas descubiertos por Kepler son los llamados «Júpiter calientes», enormes gigantes gaseosos que se forman a grandes distancias de sus estrellas para luego empezar una migración que los colocará en órbitas muy cercanas a su sol.

Este osado acercamiento hacia el centro de su sistema solar debería acabar con el planeta «engullido» por un astro mucho más masivo y con más atracción gravitatoria. Kepler ha demostrado que esto no es así en muchos casos.

De hecho, los planetas permanecen estables en una órbita de pocos días de duración durante millones de años. La proximidad de la estrella parece frenar esta mortal aproximación, el sol parece «proteger» a sus planetas…

El estudio publicado en el Astrophysical Journal es el primero en demostrar como las enormes fuerzas gravitacionales de la estrella madre circularizan y estabilizan las órbitas de sus planetas, cuando la órbita adquiere una forma más o menos circular la migración se detiene.

Existen unas cuantas teorías para explicar este extraordinario fenómeno. Una de ellas propone que son los campos magnéticos estelares los que evitan que el planeta cruce una línea de no retorno. Cuando una estrella es joven está rodeada de un disco de polvo y gas, el disco protoplanetario del que surgirán por acreción de partículas los futuros planetas.

A lo largo de millones de años el material va cayendo sobre la estrella debido a su enorme atracción gravitatoria, pero llega un momento en que se forma una brecha entre la parte más interior del disco y la estrella, ahí es donde se cree que paran su migración este tipo de planetas.

Otra teoría, ya comentada anteriormente, defiende que la migración se detiene cuando las fuerzas gravitacionales terminan su «trabajo» de estabilizar la órbita del planeta.

Aún quedan muchas dudas acerca de todas estas suposiciones, Kepler nos ha mostrado que es un fenómeno común pero no extendible a todos los sistemas planetarios, como el nuestro. El acercamiento de gigantes gaseosos hacia órbitas próximas a su estrella implicaría la destrucción de los posibles pequeños planetas rocosos que ya se hubieran formado. Y esto sería muy perjudicial para la aparición de la vida.

Aún no sabemos por qué en unos sistemas se da un patrón u otro. En el nuestro Júpiter se mantuvo alejado del Sol, y menos mal que así fue, dando oportunidad a este humilde bloguero de escribir este post.

Fuente: nasa

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