Apenas 2:20 minutos de video en resolución 4K donde podemos ver con excelente nitidez algunas de las imágenes más famosas del Hubble.
Millones de estrellas de todas las edades y colores orbitando alrededor de los núcleos de sus galaxias. Contrastes que nos permiten diferenciar enjambres de astros recién nacidos de las partes donde las estrellas mueren esparciendo su valioso contenido.
Y quizás, en algún zoom del vídeo, la cuna de una civilización como la nuestra.
Hoy, hace 45 años, el módulo lunar Eagle se posó con suavidad en el Mar de la Tranquilidad.
Por primera vez desde que la vida surgió en nuestro planeta uno de sus representantes lograba pisar otro mundo. La humanidad iniciaba un camino tan esperanzador e ilusionante como corto y breve en el tiempo.
Casi medio siglo después somos incapaces de alejarnos apenas unos cuantos kilómetros de la superficie de nuestro planeta. Hemos desmantelado de tal manera toda la maquinaria y tecnología que nos llevó a la luna, que aunque pusiéramos todos nuestros esfuerzos en volver hoy mismo, tardaríamos varios años o décadas en hacerlo.
Pensamos que nuestro próximo objetivo es Marte o algún asteroide cercano, pero la realidad es cruelmente distinta. Lo más cercano proyectado es el lanzador SLS de la NASA y la cápsula Orion, un lanzador del que apenas existen algo más que planos y proyectos propiedad de una agencia agobiada por continuos recortes en su presupuesto, obligada a pagar grandes cantidades de dinero a Rusia para poder subir sus astronautas a la Estación Espacial Internacional.
Mientras grandes porcentajes de los presupuestos de nuestros gobiernos están actualmente centrados en cómo aniquilar a unos niños en las playas de Gaza o en cómo poder derribar aviones con decenas de expertos en la lucha mundial contra el SIDA sobre los cielos de Ucrania, pequeñas olas de metano y otros compuestos orgánicos se elevan unos pocos centímetros sobre los océanos de Titán (una luna de Saturno), geiseres de agua y elementos que constituyen la vida en la Tierra son expulsados a cientos de kilómetros de Encelado y una luna de Júpiter, llamada Europa, nos muestra unas grietas en su helada superficie que comunican con un enorme y espectacular océano subterráneo de agua líquida que contiene todos los elementos necesarios para formar vida…
Nuestras sondas y robots nos mandan fotos y datos de verdaderas maravillas en nuestro Sistema Solar, lugares que piden a gritos ser explorados por los seres inteligentes que las crearon.
Lamentablemente nuestras prioridades son otras en estos momentos. No nos interesa conocer si la vida es capaz de abrirse paso en lugares donde impera una radiación extrema, o en ambientes totalmente carentes de oxígeno. No queremos saber las soluciones que ha ideado la evolución en todos estos sitios, ni siquiera si ha tenido éxito o no.
Hace 45 años que el odio entre dos naciones nos llevó a la luna, y eso fue todo para la exploración humana del sistema solar. En 2016 la sonda Cassini se desintegrará en las capas altas de la atmósfera de Saturno, el rover Opportunity que explora en estos momentos Marte ha superado en casi 10 años su esperanza de vida (y si dura mucho más lo desconectarán por falta de presupuesto), Curiosity ya ha superado la mitad de sus dos años de supervivencia estimada (con algunos fallos en el software y enormes agujeros en sus ruedas),… y de las grandes misiones proyectadas apenas nos queda JUNO en ruta hacia Júpiter y la New Horizons hacia Plutón,… Y poco más… la exploración planetaria ha sido la más castigada por los recortes.
Hace 45 años tuvimos un sueño del que ya no queda nada.
Cuando la naturaleza decidió crear las especies, debió de pensar que tendría que darles medios que le ayudaran a su evolución, pienso que ese sería uno de los motivos por los que a los humanos los dotó de elementos como la nariz, los ojos, los oídos y la boca.
Los que nos hemos dedicado de alguna manera al mundo de la alimentación sabemos de lo importante que es el olor y el sabor y que ambos no serían nada sin el color.
Técnicamente el color es una percepción visual que se genera en el cerebro al interpretar la señales nerviosas que le envían de la retina del ojo mediante longitudes de onda que captan de la parte visible de espectro electromagnético , dentro de él se constituyen todos los niveles de longitud de onda que la luz puede tener.
El espectro visible, comprende longitudes de onda entre los 380 nm…
El núcleo de la Vía Láctea fotografiado con una exquisita precisión. Si haces click sobre la imagen hay una versión aumentada, pero si te atreves a pinchar sobre este enlace tendrás 24 gigabytes de la más precisa instantánea jamás adquirida por el hombre del núcleo de la galaxia que habita.
Para resoluciones menores podeis usar este enlace de la ESO.
La imagen que veis está tomada por el telescopio VISTA de la agencia espacial europea. Esos 84 millones de estrellas apenas ocupan unos cuantos grados de nuestro firmamento.
La foto está tomada con una cámara de infrarrojos y es la unión de cientos de tomas. Usar la parte infrarroja del espectro es la única manera de obtener luz de estrellas que de otra manera estarían ocultas por densas nubes de polvo y gas.
Nuestro cerebro no está diseñado para comprender las escalas del cosmos, y aquí solo nos estamos asomando a una ventana de unas pocas pulgadas…
La NASA ya tiene una nueva imagen del meteorito Lebanon, encontrado por el Curiosity en Marte a mitad de camino hacia las faldas del monte Sharp.
La composición de imágenes muestra mayores detalles del meteorito de hierro (click para ampliar la imagen que encabeza el post) , muy similar en forma y composición que los hallados anteriormente por los rover Spirit y Opportunity.
Lebanon tiene unos dos metros de ancho y está acompañado por una pieza más pequeña llamada Lebanon B.
La cámara de alta resolución del Curiosity muestra una roca con formas afiladas y numerosas cavidades en su superficie. Una de las explicaciones puede ser la intensa erosión de los vientos marcianos, aunque otra puede ser que las cavidades estuvieran rellenas de cristales de olivina, material muy común en meteoritos férricos encontrados en la Tierra.
En nuestro planeta los meteoritos compuestos por hierro son menos frecuentes que las condritas u otros tipos de rocas. En Marte, por ahora, predominan por amplia mayoría. Cosas del azar, y de la erosión…
Desde el JPL de la NASA nos llega una nueva imagen del satélite de Júpiter, Europa, uno de los lugares del Sistema Solar candidatos a albergar vida.
Es una composición de dos imágenes tomadas por el orbitador Galileo a finales de la década de los 90. Además se han aplicado nuevas técnicas de colorización para obtener nuevos datos sobre la helada y fracturada superficie del satélite.
En la foto se ilustra el contraste entre el terreno que contiene agua helada pura (el terreno blanco azulado) y la parte de la superficie saturada por sales y otros elementos. El material rojizo que forma una banda ancha en el centro de la imagen, y otras más estrechas que acuden a la central como afluentes de un río, posiblemente contenga material del océano de agua que existe en el subsuelo, la mayor parte sales hidratadas como sulfato de magnesio y ácido sulfúrico.
Se cree que está parte de Europa es más abrupta y accidentada que el resto del satélite y que debe este color característico al hecho de haber estado en contacto con el océano interior cuando se formó.
Localizaciones como esta son las que buscaríamos a la hora de lanzar una sonda capaz de tomar tierra. Es donde podríamos tener acceso al material del subsuelo con relativa facilidad. Incluso aun podría existir algún tipo de comunicación entre la superficie y el interior de la luna.
Como veis todavía intentamos exprimir cualquier dato que aportó la mítica sonda Galileo sobre Europa. Eso fue el siglo pasado. Seguimos esperando nuevos ojos que nos cuenten nuevas historias sobre la fascinante luna joviana.
La NASA ya tiene nombre para la dramática fase final de la sonda Cassini, todo un icono de la exploración espacial tras 10 años orbitando Saturno y sus lunas, una misión que ha cambiado nuestra forma de entender uno de los lugares más hermosos del Sistema Solar.
Tras una votación pública se ha decidido llamar «Cassini Grand Finale» a las 22 órbitas suicidas que realizará entre el planeta Saturno y la parte más interna de su sistema de anillos. 22 sobrevuelos que comenzarán a finales de 2016 y terminarán en Septiembre de 2017 con la destrucción de la sonda en la atmósfera del gigante gaseoso.
Durante ese último año se estudiará en profundidad la gravedad y los campos magnéticos de Saturno, tomará imágenes increíblemente cercanas de su atmósfera y de sus anillos. Si estos 10 años han sido grandiosos, el final no va a ser mucho menos.
La destrucción de la sonda en las capas superiores de Saturno evitará que contamine lunas como Titán o Encelado, a las cuales ha estudiado en profundidad y elevado a la categoría de grandes candidatos para encontrar vida entre sus mares y océanos (superficiales o subterráneos).
No sabemos cuándo la humanidad tendrá la oportunidad de volver a visitar las proximidades de este increíble planeta. Solo sabemos que nos quedamos sin observadores de lunas repletas de oceános con material orgánico y densas atmósferas (Titán), satélites que emiten chorros de vapor de agua y otros materiales esenciales para la vida desde su subterráneo oceáno líquido (Encelado) o simplemente vistas de enormes sistemas de anillos alrededor de uno de los planetas más hermosos que nuestro sistema solar ha formado.
Y mientras la siguiente misión a Titán es un velero dibujado sobre un trozo de papel…