Nueva rueda de prensa del equipo del rover Curiosity esta misma tarde, centrada en esta ocasión en las mediciones tomadas por el Detector de Radiaciones (RAD) que lleva a bordo el vehículo.
Las mediciones que se tomaron durante el viaje de la sonda hacia Marte son datos fundamentales para una futura misión tripulada hacia el planeta rojo. Los datos acumulados durante todo el trayecto servirán como base para la construcción de las futuras protecciones que usará la nave encargada del primer viaje humano a otro planeta.
Los resultados no son demasiado favorables por el momento, todo indica que podrían exceder los límites puestos por la NASA para garantizar la salud a medio-largo plazo de los astronautas, sobre todo si el viaje se realiza con los actuales sistemas de propulsión.
Dos tipos de radiación forman los principales riesgos para la tripulación en el espacio profundo. Una son los rayos cósmicos provenientes de explosiones de supernovas o de otros eventos de alta energía situados fuera de nuestro sistema solar. La otra fuente de radiación estaría asociada con las partículas generadas por las llamaradas solares y por las CME (eyecciones de la corona solar).
La radiación se mide en Sievert(Sv) o miliSievert (mSv) y es fundamental la hora de establecer la probabilidad de contraer algún tipo de cáncer debido a una exposición alargada en el tiempo. La radiación es acumulativa, es decir, a lo largo de un cierto tiempo va sumándose y con ello el aumento de que provoque lesiones en nuestras células. La dosis de un 1 sV acumulada a lo largo del tiempo puede suponer un aumento de sufrir algún tipo de cáncer de hasta un 5% con respecto al riesgo de padecerlo por una persona que no reciba ningún tipo de radiación.
Los límites que se ha fijado la NASA como aceptables para un viaje hacia Marte son de un incremento del 3 % de desarrollar algún tipo de tumor. Los datos mostrados por el Curiosity en su viaje nos indican que estuvo expuesto a una media de 1.8 mSv al día solo de radiaciones originadas por rayos cósmicos. El ciclo solar, en esos momentos más calmado, favoreció que solo un 3% de la radiación total fuera asociada a partículas solares.
En términos de dosis acumulada, estos datos equivalen a que los astronautas se realizaran un escaner de todo el cuerpo cada cinco o seis días, y esto es mucha radiación. Los datos proporcionados por el RAD deben servir para entender como la radiación viaja por el espacio profundo y como afecta a la estructura de la naves espaciales. Los escudos son eficaces contra partículas de baja energía pero no contra los rayos cósmicos.
Aún queda mucho camino en este terreno, no podemos mandar humanos sin estudios previos. Señores de Mars One y otros proyectos de similares características… tomen nota.
Actualización: a lo largo de la semana, y desde que salió esta noticia, muchas voces cualificadas han optado por el pesimismo y la imposibilidad de aceptar tantos riesgos a la hora de explorar el sistema solar.
Que el reto sea grande no significa que no podamos realizarlo. Desde sus inicios, la exploración espacial, nos ha reportado grandes beneficios a nuestra vida diaria.
Necesitábamos comunicación con los tripulantes y desarrollamos nunerosos sistemas inalámbricos para ello, necesitábamos saber localizaciones y datos de trayectorias y apareció la telemetría. Las misiones Apolo necesitaban computadoras con unos circuitos integrados más reducidos y de esos estudios se desarrollaron los microchips actuales.
El TAC o tomografía axial computerizada, de la que tanto se ha hablado en este artículo, se usó por primera vez para comprobar imperfecciones en los componentes de naves espaciales.
Aislamientos, GPS, filtros para el agua, monitores cardiacos, telemedicina,… un sin fin de adelantos sin los cuales no entenderíamos nuestra civilización actual.
Y ahora nos toca dar un paso más. El cáncer es la gran plaga del siglo XXI y las radiaciones de nuestro entorno son causa importante del mismo. La exploración humana del sistema solar exige que encontremos la forma de aislarnos de la radiación exterior de forma eficaz y sin grandes dispositivos, imaginaros las aplicaciones que podrían tener esos avances en nuestra vida diaria.
Pero además exige que podamos asegurar la salud de nuestros exploradores. Para nuestra biología el espacio exterior es un medio inhóspito y letal, no evolucionamos para sobrevivir más alla de unos pocos kilómetros de la superficie terrestre. Investigar como controlar las mutaciones probabilísticas de nuestro ADN (producidas por la radiación o por cualquier otro agente externo) una vez que ya se han producido, es fundamental para que podamos abandonar nuestro planeta.
La comunidad científica lo ve como un obstáculo, yo veo una gran oportunidad.