Un joven y violento sol pudo favorecer la aparición de vida en la Tierra

Una estrella como el sol pero con 4.000 millones de años menos podría ser capaz de emitir unas diez llamaradas solares al día (NASA/JPL)


Hace 4.000 millones de años nuestra estrella era bastante diferente a como la conocemos hoy en día. 

Nuestro mundo apenas recibía un 70% de la energía que recibimos actualmente de nuestro sol. Algo totalmente insuficiente como para mantener un planeta con temperaturas templadas. Nuestro planeta  debería ser una bola helada y fría en aquellos momentos, pero los registros geologicos nos hablan de una tierra húmeda con enormes océanos de agua líquida. 

Un estudio publicado en Nature Geoscience explica la importancia de las numerosas llamaradas solares que golpeaban una y otra vez la atmósfera terrestre. No sólo sirvieron para calentar el planeta, sus efectos fueron mucho más allá… Pudieron intervenir en la formación de compuestos orgánicos  imprescindibles para la vida. La enorme energía desprendida de unas llamaradas solares con una frecuencia de casi una al día, habría sido capaz de romper los enlaces de moléculas como el nitrógeno, permitiendo su recombinación con otras moléculas que darían lugar a elementos más complejos como el ARN y el ADN

Los investigadores se han basado en datos del telescopio espacial Kepler (entre otros datos), estudiando estrellas parecidas a nuestro sol pero mucho más jóvenes. Las conclusiones es que en estrellas jóvenes se pueden producir hasta diez llamaradas solares al día, algo que pudo influir en el clima global del planeta y en el origen de la vida sobre su superficie. 

La primitiva atmósfera terrestre contenía casi un 90% de nitrógeno, una concentración mayor que el 78% actual, ese nitrógeno molecular (dos átomos de nitrógeno unidos) era separado por las altas energías procedentes de las enormes llamaradas solares, el nitrógeno resultante colisionaba con moléculas de dióxido de carbono, separando éste último y formando monóxido de carbono y oxígeno.  

El nitrógeno suelto pudo combinarse con el oxígeno libre en la atmósfera, formando óxido nitroso, un gas con enorme efecto invernadero. Los investigadores calculan que la sola formación de un 1% de óxido nitroso pudo elevar la temperatura en la tierra lo suficiente como para que pudiera existir agua líquida en superficie. 

Aquí ya hemos hablado sobre el tema de la habitabilidad en muchas otras ocasiones. En ella influyen muchos factores, tantos que somos incapaces de conocerlos todos. No solo la distancia a la estrella marca la zona de habitabilidad, el tipo de estrella, su actividad y la edad que tenga influyen en la posibilidad de que surja vida alrededor de un planeta que la orbite. 

Es pronto para entender todos y cada uno de estos procesos, las mismas fulguraciones que calentaron la atmósfera terrestre pudieron hacer desaparecer la marciana, convirtiendo un planeta con posibilidades de habitabilidad y agua en superficie en un desierto esterilizado por radiación ultravioleta… Aún queda mucho por aprender…

Fuente: Nasa news

Cómo encontrar vida en Marte

El rover Curiosity nos ha dado la primera señal de aviso. Marte tuvo la capacidad de soportar vida en algún momento de su historia. Es lo único que tenemos por ahora. Ningún científico ha sido capaz detectar signos indirectos o directos de vida unicelular o multicelular.

El siguiente rover marciano, que iniciará si viaje hacia el año 2020, tendrá la capacidad de investigar sobre si hubo o no vida en el pasado.

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Para ello será fundamental uno de los objetivos estrella de la misión, taladrar 31 muestras de la superficie marciana y dejarlas preparadas para que una futura misión pueda traerlas a la Tierra.

Encontrar señales de vida pasada sería mucho más sencillo con los instrumentos que poseemos en nuestros laboratorios una vez recuperadas las muestras.

Algunos miembros de la comunidad científica defienden que el Viking 1 ya detectó vida allá por el año 1976. Quizás los experimentos que se realizaron no eran lo suficientemente sensibles. O quizás lo reactivos usados destruyeron la materia orgánica que pretendían detectar. Aunque lo más seguro es que no detectó ningún tipo de vida porque el lugar donde la buscó (la superficie marciana) es incapaz de soportar ningún tipo de vida en la actualidad.

La intensa radiación que Curiosity ha medido, las extremas temperaturas y los percloratos pueden haber esterilizado por completo la superficie. Situación que puede cambiar radicalmente apenas a 5 metros de profundidad.

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Los instrumentos que llevará la misión de 2020 tendrán mucha más precisión que los de su anciana predecesora. Pero estarán dirigidos a buscar vida pasada, no actual. Un fallo que podría haber subsanado un nuevo instrumento desarrollado en el Instituto Tecnológico de Massachusset, capaz de detectar trazas de ADN y ARN provenientes de organismos actuales o con una antigüedad máxima de 1 millón de años (siguiendo los patrones de descomposición en nuestro planeta).

Son numerosas teorías las que apuestan por un origen común de la vida entre Marte y la Tierra. Hace unos 3.500 millones de años un aumento exponencial en el bombardeo de meteoros en todo el sistema solar pudo favorecer el intercambio de material entre el planeta rojo y nuestro mundo. La creencia de un ancestro común no sería tan disparatada, y de ser cierta buscar ADN o ARN no sería tan mala idea. Al menos en Marte.

Quizás un instrumento parecido viaje en alguna misión futura, quizás secuencie alguna cadena de nucleótidos que nos resulte familiar, quizás solo sea uno de los medio millón de microorganismos que se estima que el Curiosity ha transportado a Marte desde nuestro planeta, o quizás sea un nuevo comienzo para el entendimiento de nuestra propia existencia.