Respuesta a «No estamos hechos para ir al espacio»

Ayer se publicó en lainformacion.com un excelente artículo de @aberron titulado «No estamos hechos para ir al espacio» , en el mismo se detallan las limitaciones del ser humano para una estancia prolongada en el espacio. Después de darle varias vueltas no he podido verle ningún fallo a nivel médico y creo que se ajusta bastante a la realidad de lo que el hombre podría enfrentarse en un viaje de estas características (pongamos que hablamos de Marte).

No voy a negar que éste es un tema que me apasiona ya que junta lo que me dedico (la medicina) con mi principal aficción (la astronomía), las limitaciones son las que son y no podemos, ni debemos, obviarlas, ahora si, la medicina del siglo XXI tiene respuestas para muchos de las barreras que nos impedirían abandonar nuestro planeta de origen.

En primer lugar es lógico que existan todas estas limitaciones, no hay que olvidar que la evolución se ha encargado durante millones de años de ajustar nuestra anatomía y fisiología al ambiente y las condiciones en las que nos envolvemos, no es de extrañar que estemos preparados para sobrevivir en un ambiente de gravedad como el de nuestro planeta y no a uno de microgravedad como podría ser la órbita baja terrestre o de completa ausencia de ella como pasaría en un viaje interplanetario.

Entremos en materia:

1. «el ciclo de sueño se altera en el espacio y la no distinción entre el ciclo día/noche provoca alteraciones en los ritmos circadianos, una especie de jet lag espacial.»

Nuestros ritmos circadianos se rigen por el día de 23 horas y 56 minutos al que estamos acostumbrados en nuestro planeta, la secreción de melatonina aumenta o disminuye según la luz solar y otros parámetros lo que nos permite tener una especie de reloj interno bastante preciso. Sin salir de la atmósfera podemos ver numerosos ejemplos de alteraciones en este reloj biológico, casos como los que trabajamos en horarios de noche o con turnos cambiantes, con resultado de alteración en los patrones del sueño, cambios de ánimo, irritabilidad, mayor predisposición a ciertas enfermedades como la hipertensión o la diabetes,… y un largo etcétera ( vaya gracia ¿no?).

En el espacio las referencias de día/noche se pierden por completo, como podemos observar en la ISS, donde varios amaneceres y anocheceres son contemplados por sus integrantes en un sólo día terrestre.

Este problema puede ser solucionado con la instauración de rutinas que simulen la duración de un día de aproximadamente 24 horas, con niveles de luminosidad que se ajusten lo más parecido, además existe una rama de la biología llamada cronobiología que estudia estos ritmos en animales y humanos, y que ha dado grandes avances en los últimos años como son la localización del reloj en el núcleo supraquiasmático (NSQ) y la importancia de la melatonina en la duración de los ritmos.
Se han realizado numerosos experimentos aboliendo y/o modificando el reloj biológico en animales, llegando a poder controlarlo con elementos como la luz brillante o la ablación del NSQ.

Como recurso la medicina también posee de fármacos como las benzodiacepinas que pueden ayudar a mantener un ciclo de sueño entre 6-8 horas, fármacos con pocos efectos adversos que evitarían los muchos derivados de la pérdida de nuestro ritmo circadiano

2.«Debilitamiento del sistema inmune» El aislamiento y la falta de sueño provocan un debilitamiento de los linfocitos tipo T y los astronautas son más propensos a coger infecciones

Por desgracia en medicina estamos muy acostumbrados a este tipo de problema, y por fortuna, también a solucionarlo.

Las quimioterapias y radioterapias que reciben los pacientes oncológicos no sólo destruyen las células tumorales sino también el sistema inmune del paciente. Según el tipo de quimio o de radioterapia existen unos días después de recibirla donde se produce la máxima bajada de las defensas (sobre todo neutrófilos), es lo que se conoce como nadir y suele estar entre unos 7-12 días tras el tratamiento. Una neutropenia (menos de 500 neutrófilos en sangre) puede ser un hecho grave si lo sumamos a la aparición de alguna infección oportunista que puede acabar con la vida del paciente en muy poco tiempo.
Para evitar este bajo recuento se usan tratamientos como las inmunoglobulinas o factores estimulantes de progenitores granulocíticos (neupogen por ejemplo). Siendo bastante efectivos a la hora de evitar estas situaciones críticas que pueden llegar a reducir a cero el contaje de neutrofilos del paciente, cosa que por otra parte aún no se ha visto en estancias de larga duracion dentro de la ISS o en la antigua MIR

3.«Cambios en el corazón. Al no tener que vencer la fuerza de la gravedad, el corazón trabaja menos en el espacio. También se trata de un músculo, de manera que su falta de uso provoca una atrofia. Estudios del Johnson Space Center demuestran que los astronautas sufren una diminución significativa de la masa cardíaca tras largas estancias en el espacio: esto provoca tensión baja y propensión a los desmayos tras regresar de una misión.»

Aquí chocamos con uno de los problemas más importantes, la microgravedad, que junto con las radiaciones cósmicas son los dos puntos donde debemos centrar la investigación y el desarrollo de nuevas soluciones.

Una disminución de la gravedad disminuye las fuerzas de resistencia que debe vencer el corazón para enviar sangre a todo el territorio vascular, lo que se llama una disminución de la postcarga. Cuando se produce el efecto contrario tenemos una enfermedad muy común en nuestros días, la hipertensión, y otra consecuencia, una hipertrofia del miocardio que a la larga da lo que conocemos como miocardiopatía hipertrófica hipertensiva.

En este caso se produce el efecto opuesto, el corazón no debe vencer tanta resistencia para bombear la sangre , lo que produce una hipotensión, que con el paso del tiempo podría dar una atrofia del miocardio.

Las primeras medidas podrían centrarse en aumentar el ejercicio físico durante el vuelo, lo que obligaría al corazón a trabajar más de la cuenta y a paliar en cierta manera la disminución de la masa miocitaria, no olvidemos lo que pasa en deportistas de élite, caracterizados por una bradicardia sinusal (entre 45-50 latidos por minuto en reposo) y una hipertrofia de los músculos del corazón si se compara con la gente que no practica deporte.

Existen fármacos que aumentan la actividad y la fuerza de contracción del corazón, son los llamados inotrópicos positivos y entre ellos destacan los agonistas de receptores adrenérgicos como la Dobutamina y la Dopamina, y los inhibidores de la fosfodiesterasa .

Este tipo de fármacos, en mi humilde opinión, sólo se deberían usar en casos donde empezara a fallar la bomba cardiaca, ya que los efectos adversos son más importantes que otros tratamientos mencionados con anterioridad. Pienso que habría que centrarse más en investigar como aumentar la gravedad artificialmente dentro del habitáculo y en medidas de prevención como el ejercicio y elementos de compresión en extremidades inferiores.

En este mismo punto, y por abreviar un poco, podríamos incluir el problema de la disminución de la masa muscular, cuya solución estaría, como bien apunta @aberron, en la dieta, ejercicio y estimulación eléctrica.

4.«Síndrome de adaptación espacial. Se produce por la adaptación del sistema vestibular a la ingravidez. Puede ir desde náuseas a dolores de cabeza y vómitos. Puede durar de dos a tres días. Es parecido al mareo que podamos tener al ir en montaña rusa, coche, tren o barco, pero más prolongado y fuerte.»

De todos los tratados éste sería el de más fácil solución, desde la simple adaptación del sistema vestibular a la nueva situación a la utilización de sedantes vestibulares con los que tan familiarizados estamos en la práctica diaria (biodramina, dogmatil, serc…)

5.«Descalcificación de los huesos. La ausencia de gravedad provoca que el organismo excrete más calcio y fósforo de lo normal, lo que provoca un debilitamiento de los huesos. Se calcula que los astronautas pierden alrededor de un 1% de su masa ósea por cada mes que pasan en el espacio. Una estancia demasiado larga podría provocar daños irreversibles. Los cambios más radicales se producen en la pelvis, el fémur, la columna vertebral y los talones. Se combate con calcio y ejercicio.»

Otro problema relacionado con la falta de gravedad, que podría acabar con graves casos de osteoporosis y fracturas con mínimos impactos.

Como bien indica el calcio y el ejercicio serían armas poderosas contra la descalcificación. En un futuro lejano incluso se podría barajar prótesis como alternativas.

A modo de resumen, la medicina de nuestro tiempo estaría preparada para combatir la mayoría de patologías que podrían darse en el contexto de una larga estancia en el espacio exterior. Creo que los mayores problemas estarían relacionados con la microgravedad y con la radiación cósmica, su prevención pasa por crear habitáculos con gravedad artificial y mejores protecciones de la nave y trajes espaciales. Como pasó en los años 60 con las misiones Apolo, sería una oportunidad de oro para estimular la investigación en determinados campos de la física, medicina, biología, química,… algo que agradeceríamos mucho en estos tiempos de crisis y penurias económicas.

PD: gente de la NASA y otras agencias espaciales, como veis se necesitan médicos para la exploración espacial, estoy en la bolsa del SMS a su disposición 🙂

PD2: dar las gracias a Antonio Martinez Ron (@aberron) por el excelente trabajo realizado en el artículo, tanto la documentación como los gráficos. Un saludo maestro 🙂

Que no sea por nosotros que no vamos…..

2 comentarios el “Respuesta a «No estamos hechos para ir al espacio»

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