El oro de la Tierra procede de estrellas que mueren dos veces

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El Cosmos ha formado todos y cada uno de los elementos que nos rodean y que nos forman. Cada uno de estos pilares de la materia tiene su propia historia y diferentes orígenes.

La historia que nos cuenta el material conocido como oro es de las más épicas que podemos encontrar desde que el Universo es Universo. Este material es uno de los metales más pesados que encontramos de forma estable.

Del hidrógeno que forma nuestro mundo solo podemos decir que se creó durante el Big Bang, Lo mismo pasa con la formación de elementos más ligeros, apenas necesitaron unas pocas generaciones de estrellas para ser «cocinados» en su interior.

En los primeros pasos del Universo solo existía un denso mar de plasma, la materia y la radiación eran tan intensas que no permitían la unión de dos partículas.

El universo se enfrió a medida que se expandía, le costó millones de años, pero se enfrío. Esta situación permitió que núcleos más pesados de elementos se formaran. El hidrógeno, el helio y algunos isótopos de litio aparecieron así.

La evolución siguió sus pasos, nuestro Cosmos necesitaba materiales cada vez más pesados, no le bastaba con números atómicos bajos, por alguna razón buscaba algo más. La gravedad entró en escena, aglutinando la materia en densas nubes moleculares, la mayoría ya compuestas por helio, de aquí salieron estrellas de tercera generación que empezaron a fusionar el helio para formar carbono, otras llegaron a crear oxígeno, silicio y azufre, y los núcleos más compactados y calientes de algunas de estas estrellas trajeron el hierro, el cobalto y el niquel. Algunas de estas últimas pagaron su osadía cuando el combustible que las mantenía activas se agotó, colapsaron y explotaron en forma de supernovas tipo II, sembrando de metales pesados sus vecindarios cósmicos, expandiendo la materia de la que están hechos los mundos y la vida.

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Estas terribles explosiones, cuyo único brillo iguala al del resto de la galaxia a la que pertenece la estrella que muere, dejaban su correspondiente agujero negro o (con más frecuencia y según la masa de la estrella fuente) una estrella de neutrones.

La misma explosión que crea estas estrellas de neutrones expulsa al espacio un elevado número de neutrones que permitiría formar elementos mucho más pesados que el hierro, pero no en la cantidad que se observan actualmente. Necesitamos otros mecanismos que expliquen las concentraciones de elementos pesados tal como las encontramos en la actualidad.

La respuesta, según un último estudio, se encontraría en las estrellas de neutrones. El espacio está lleno de ellas, se estima que hay miles de millones de ellas en cada una de las galaxias del tamaño de nuestra Vía Láctea, la mayoría solitarias aunque algunas forman parte de sistemas binarios, un pulsar doble.

Las órbitas de estas binarias al final decaen, y es en ese momento donde se produce la segunda muerte de la estrella. Ambas se destruyen en una fracción de segundo, puede que dejen un agujero negro tras la explosión, pero lo que seguro que hacen es emitir el equivalente de miles de veces la masa terrestre de elementos pesados. De aquí es donde procede la mayoría del oro, platino, mercurio, plomo y uranio de nuestro Cosmos, y por ende de nuestro planeta.

Estrellas que mueren dos veces, una como supernova y otra en una explosión de rayos gamma, así es como el universo obtiene sus elementos más elaborados…

Fuente: https://medium.com/starts-with-a-bang/1dff9b27d587

Los planetas de tamaño terrestre son más antiguos de lo que creíamos

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Cada vez tenemos más datos sobre exoplanetas, sus tamaños, las estrellas donde su aparición es más frecuente. Las conclusiones que va sacando la comunidad científica a veces rompen los moldes de la lógica.

De todos es sabido que el Big Bang inundó el espacio de hidrogeno y helio. A partir de estos materiales numerosas generaciones de estrellas fueron «cocinando» otros más complejos.

El hombre busca planetas parecidos en tamaño y composición al que le ha permitido evolucionar como especie. La búsqueda de planetas terrestres es el santo grial de la exoplanetología.

Lo lógico sería pensar que elementos como el oxígeno y el silicio necesitarían varias generaciones estelares para su aparición. Estos materiales son fundamentales para la formación de planetas rocosos. Podríamos pensar que los mundos capaces de sostener vida, tal como la conocemos, han surgido desde hace relativamente poco tiempo. Y nada más lejos de la realidad.

Estudios previos ya habían confirmado que los gigantes gaseosos tipo Júpiter tendían a formarse alrededor de estrellas con materiales más pesados de los que posee nuestro Sol. Sin embargo, nuevos estudios revelan que planetas más pequeños que Neptuno se forman alrededor de un amplio abanico de estrellas, incluidas las que poseen materiales menos pesados que nuestra estrella.

Como resultado de todo esto, planetas rocosos del tipo terrestre podrían haberse formado mucho antes de lo esperado dentro de la historia del universo. No se necesitarían muchas generaciones de estrellas para su presencia. Se han encontrado planetas rocosos orbitando estrellas hasta con un 75% menos de metales pesados que nuestro Sol.

Estos hallazgos abren la puerta a nuevas teorías sobre la formación de sistemas planetarios a partir de los discos de polvo y gas que rodean a las estrellas. Los planetas gaseosos gigantes prefieren estrellas ricas en metales, los pequeños no.

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Para la astrobiología es una gran noticia. Mundos de tipo terrestre orbitando la zona habitable de estrellas nacidas pocas generaciones después de la creación de la propia galaxia a la que pertenecen.

A mi solo me da para unas líneas imaginar este escenario. A Asimov le hubiera dado para varias trilogías.

Fuente: CFA