El dañado telescopio espacial Kepler puede seguir buscando exoplanetas

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Acaba de ser aceptado un artículo en arxiv.org donde se demuestra que el malogrado telescopio espacial Kepler, con solo 2 de sus 4 giroscopios activos, que reducen significativamente su capacidad de mantenerse estabilizado mientras estudia nuevos objetivos, podría ser capaz de detectar un tipo de exoplaneta muy concreto.

El nuevo objetivo de Kepler se centraría en la búsqueda de exoplanetas que estuvieran orbitando alrededor de la zona habitable de Enanas Blancas.

Una gran parte de enanas blancas podrían albergar planetas en sus zonas habitables. Este tipo de planetas son el mejor objetivo para detectar biomarcadores gracias al pequeño ratio existente entre el tamaño de este tipo de estrellas y los planetas de radio similiar a la Tierra.

Una vez identificados, el futuro telescopio espacial James Webb sería capaz de obtener las primeras medidas espectroscópicas de estos teóricos mundos analizando las sustancias químicas.

Un equipo de astrónomos de diferentes Universidades proponen obtener la fotometría de 104 enanas blancas al mismo tiempo, algo que no sería problema debido al gran campo de visión del Kepler.

Según sus cálculos necesitarían 200 días de tiempo de observación, estimando en 100 los exoplanetas que podrían hallarse en la zona habitable de este tipo estelar.

Con pocos días de observación y manteniendo pocos minutos el telescopio estable para obtener la curva del tránsito se podría explorar toda una zona del espacio de la que no se tiene dato alguno.

A parte de la búsqueda planetaria se podrían aprovechar los datos para profundizar en el estudio de las enanas blancas pulsátiles y su relación con la aparición de supernovas tipo Ia.

El poco tiempo que supondría al Kepler estas observaciones permitiría combinarlo con otras propuestas para aprovechar esta excelente pieza de ingeniería que tanto ha aportado a la astronomía de nuestro siglo. Y lo que puede seguir aportando.

Fuente: arxiv.org

Los 10 exoplanetas más parecidos a la Tierra [video]

Vídeo donde se detallan de forma gráfica los 10 mundos con mayor probabilidad de ser habitables. Los datos incluyen distancia a la tierra, periodo orbital alrededor de su estrella, temperatura de la superficie e índice de semejanza con nuestro planeta.

No hay que decir que esta lista va aumentando cada día que pasa. En unos pocos años entrar en el top ten será una tarea difícil.

Si queréis más información os dejo un excelente enlace al Planetary Habitability Laboratory

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Descubierto exoplaneta del tamaño de la Tierra… a 2700 grados Celsius en superficie

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Científicos del MIT han descubierto un exoplaneta del tamaño de nuestro planeta llamado Kepler 78b. El nuevo planeta orbita su estrella cada 8.5 horas, uno de los periodos orbitales más cortos detectados.

Como podéis imaginar este mundo se encuentra muy cerca de su sol, está a aproximadamente tres veces más lejos que el radio de su estrella madre. Esto tiene unas consecuencias, se estima que la superficie ronda los 3000 grados Kelvin, a estas temperaturas la superficie debe estar completamente derretida, creando un enorme océano global de lava.

Lo importante del descubrimiento es que por primera vez se ha podido captar la luz que refleja un planeta de radio tan pequeño como Kepler 78b, a pesar de estar a 700 años luz. Este espectro, una vez que se pueda analizar dará datos sobre la composición de la superficie del planeta.

También se estima que para mantenerse en una órbita tan cercana el planeta debe ser increíblemente denso, con una estructura formada en su mayoría por hierro, de otra forma las fuerzas gravitatorias de su cercana estrella lo hubieran destrozado en pedazos.

Las mediciones nos dicen que Kepler 78b está unas 40 veces más cerca de su sol de lo que Mercurio está del nuestro. La estrella es relativamente joven ya que rota unas dos veces más rápido que nuestro sol.

La importancia del descubrimiento no radica en el hecho de buscar tierras habitables, lógicamente ésta no lo es, pero es muy relevante en lo que concierne a la obtención de luz de planetas tan pequeños y la medición de su masa.

Kepler sigue dándonos alegrías, aun después de haber dejado de buscar planetas fuera de nuestro sistema solar. Y lo que queda.

Fuente: the daily galaxy

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La NASA da por terminados sus intentos de recuperar al telescopio Kepler

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Los ingenierios del telescopio espacial Kepler han dado por finalizados los intentos por recuperar el completo funcionamiento de la nave. Se da por perdidos los dos giroscopios que mantenían fuera de servicio a una de las misiones más exitosas de la agencia espacial en los últimos tiempos.

El famoso cazador de exoplanetas necesitaba al menos tres de los cuatro giroscopios de los que posee para poder seguir con su increíble misión. A partir de ahora deberán buscar un nuevo cometido al telescopio pero esta vez solo con dos giroscopios, lo que limita seriamente la capacidad de apuntar a los objetivos y, sobretodo, mantener estabilizado al ingenio mientras observa el tránsito del exoplaneta a buscar por delante de su estrella.

Kepler había completado su misión primaria en Noviembre de 2012 y había empezado una misión extendida de cuatro años de duración, en la que tenía como objetivo localizar planetas parecidos en tamaño a nuestra Tierra y que además estuvieran a una distancia de su sol que permitiera la vida. Todo eso se acabó.

El 8 de Agosto se iniciaron una serie de tests para evaluar si se podrían recuperar algunas de las dos «ruedas» pero la fricción es demasiado elevada y ninguna de las dos podrían ejecutar su función con normalidad. Una posibilidad sería la de usar los dos giroscopios que quedan operativos junto con los propulsores para estabilizar a Kepler, algo que está difícil.

La misión ha sido un éxito, ya no nos preguntamos si los planetas como la Tierra abundan en el Universo, la pregunta ahora es si además es común que orbiten a distancias que permitan a la vida tener una oportunidad para aparecer.

Kepler ha confirmado 135 exoplanetas y aún tiene 3500 posibles objetivos por confirmar. Aún quedan cuatro años de datos por analizar, en los que se esperan cientos de nuevos descubrimientos incluyendo planetas como el nuestro en la zona habitable de su sol.

Fuente: nasa jpl news

Uno de los dos giroscopios del Kepler ha respondido

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Este pasado Jueves 18 de Julio el equipo del telescopio espacial Kepler comenzó con los intentos para recuperar los dos giroscopios (reaction wheels en la imagen) que dejaron en «modo seguro» al telescopio espacial Kepler.

Los tests consisten en probar los giroscopios 4 y 2, intentando averiguar si van a poder volver a funcionar.

La rueda 4 no respondió a los intentos por moverla en dirección a las agujas del reloj, aunque si lo hizo en la dirección contraria. Este giroscopio es el más dañado de los dos que han fallado.

El 22 de Julio comenzaron las pruebas con la rueda número 2, y aquí vienen las buenas noticias, respondió al movimiento en las dos direcciones.

Durante las dos próximas semanas van a seguir las pruebas. Recordemos que con que una sola funcionara, el telescopio volvería a tener los tres giroscopios necesarios para volver a reiniciar su actividad y poder apuntar a los objetivos con la suficiente precisión.

El problema de la fricción de las ruedas sigue ahí. Aunque se muevan, una alta fricción también daría al traste con la misión.

La actividad del equipo del telescopio no ha cesado, la recuperación de los giroscopios dañados, el mantener la sonda en buen estado de salud y los dos años de datos almacenados que aún deben ser procesados los mantienen muy ocupados.

Vamos a cruzar los dedos…

Fuente: nasa

La primera evidencia de vida fuera de nuestro planeta no tardará en llegar

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La primera prueba de vida en un lugar que no sea la Tierra no va a tardar en llegar mucho más tiempo.

Algunos pensábamos que vendría fruto de la exploración robótica de nuestro propio sistema solar. Una misión a Marte con los instrumentos adecuados para investigar vida microbiana en el subsuelo, un explorador al inmenso oceáno de Europa o un rover a Titán.

Pero todo eso tardará décadas en materializarse, los recortes han frenado en seco todos estos apasionantes proyectos.

La primera señal de vida llegará en forma de una señal pasiva, algo que nos indique que ha sido formado por la existencia de vida o el desarrollo de alguno de sus procesos, todo indica que se hallará en la atmósfera de algún exoplaneta y todo indica que será pronto.

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Los planetas con atmósfera confirmada son el mejor lugar para empezar la búsqueda de vida, es lógico que dirijamos nuestra mirada hacia capas de gas rodeando un mundo rocoso, que le dote de fuentes de energía y protección de las radiaciones provenientes del espacio. Los instrumentos que vienen, sobre todo el telescopio espacial James Webb, van a permitir escrudiñar esos preciosos nichos de habitabilidad de forma inimaginable solo hace unos pocos años.

Lo primero que debemos determinar es si es una atmósfera que merezca la pena ser estudiada. La mayoría de los planetas hallados por el Kepler no cumplen las mínimas condiciones de habitabilidad, al menos en principio.

Una atmósfera de un grosor parecido a la nuestra y situada a una distancia de su estrella que permitiera unas temperaturas aceptables sería un punto de partida excelente.

En la Tierra hay abundancia de oxígeno, una sustancia gaseosa resultante de la vida que inunda nuestro planeta. Un exoplaneta con enormes cantidades de oxígeno y metano podría significar que hay algún proceso vivo que los está generando, algo los metaboliza.

Pero distinguir las trazas de estos gases en atmósferas situadas a varios años luz no es tarea fácil. Hasta ahora se ha podido realizar mediciones de unos 50 planetas, todos ellos enormes gigantes gaseosos de estructura similar a nuestro Júpiter orbitando a distancias muy pequeñas de sus soles, mundos que dificilmente podrían albergar ningún tipo de vida.

Con los medios actuales es muy complicado cazar esos biomarcadores en pequeños planetas potencialmente habitables. El oxígeno presenta muchas dificultades para ser localizado en un espectro, el metano es más sencillo de encontrar aunque también necesita de poderosos telescopios, tanto que aún no está claro si el Webb podrá hacerlo.

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Otras métodos que barajan los exobiólogos sería el de observar otros signos de la atmósfera que no fueran las sustancias que la componen. En la Tierra es muy frecuente que todas las formas de vida desperdicien energía que no pueden usar, en nuestro caso las plantas reflejan fotones que no llegan a utilizar, si la masa vegetal es lo suficientemente densa puede observarse un resplandor en la parte infrarroja del espectro, un «halo rojo» que podría ser observado en otras atmósferas.

También se habla de usar imágenes directas del objetivo, como ya ha pasado con la primera determinación del color de un exoplaneta que resultó ser de un hermoso color azul, aunque no por las causas a las que estamos acostumbrados sino por la existencia de silicatos en estado cristalino.

Quizás el observar un tímido color verde nos podría dar pistas sobre una posible vida basada en la fotosíntesis, aunque otros colores podrían ser válidos, todo depende del pigmento que usaran para acumular la luz de su sol. Aquí se usa la clorofila A lo que explica que la mayoría de plantas sean verdes. Otras estrellas con diferentes longitudes de onda provocarian el desarrollo de diferentes tipos de pigmentos (u otras estructuras similares) lo que daría lugar a otros tipos de colores predominantes en el planeta.

Debemos estar preparados para muchas variantes, se aproximan tiempos muy bonitos para la astrobiología. Los próximos 5-10 años prometen y mucho.

Descubierto por primera vez el verdadero color de un exoplaneta

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Recreación de HD 189773b

Este hermoso azul intenso es el verdadero color de HD 189773b. Por primera vez astrónomos han determinado el verdadero color de un exoplaneta usando datos del telescopio espacial Hubble.

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El proceso ha sido largo y laborioso. La cercanía del planeta a su estrella natal dificulta el aislar la luz que refleja su sol de la que refleja HD 189773b. Las medidas han sido tomadas antes, durante y después del tránsito.

«Hemos visto el reflejo de la parte azul del espectro cuando el planeta pasaba por detrás de su estrella» explica Tom Evans primer autor del artículo.

A pesar de su familiar color azul la superficie ronda los 1000 grados centígrados, se cree que el color azulado puede provenir de partículas de silicio suspendidas en la atmósfera, que sometidas a tan altas temperaturas podrían estar formando cristales.

Es azul, está relativamente cerca (si podemos llamar cerca a 63 años luz), pero no sería un buen destino para el ser humano.

Fuente: Hubble site

Mapa celeste en alta resolución para localizar exoplanetas

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Un mapa a una resolución de 8000×4000 mostrándonos el cielo nocturno con la posición de las estrellas más cercanas con exoplanetas. Hay 116 astros en 100 años luz que poseen mundos orbitándolos en esa distancia.

El mapa se puede imprimir hasta 100×50 cm a una resolución de 200 dpi. Solo pinchando en la imagen.

Antes mirábamos nuestras cartas estelares para localizar estrellas, cúmulos, galaxias,… ahora podemos mirar al cielo para buscar planetas fuera de nuestro sistema solar.

Fuente: Planetary Habitability Laboratory

Cruce de miradas con 22 años de diferencia

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Foto del sistema triple Gliese 667 tomada el 29 de Junio de 2013

A veces miras una imagen, de forma rápida, la escaneas unas pocas décimas de segundo. Son píxeles plasmados sobre una pantalla, nada más. Si los píxeles conforman una imagen que tu cerebro estima como hermosa quizás, solo quizás, te detengas un poco más en observarla. Puede que te evoque algún recuerdo, alguna emoción vivida con anterioridad, que despierte alguna sinapsis neuronal creada hace años…

Hace pocos días se daba la noticia del descubrimiento de tres nuevas supertierras orbitando en la zona habitable de la estrella Gliese 667 C. El nuevo descubrimiento elevaba hasta siete los mundos pertenecientes al sistema planetario encontrado alrededor de esta estrella, siendo el planeta denominado como f un candidato firme para la habitabilidad.

El observatorio Jaioca en Puerto Rico abrió sus ojos para obtener una imagen de este sistema estelar único hasta donde nosotros los humanos podemos saber.

Y aquí tenemos esa reunión de píxeles de la que hablábamos, los dos componentes más brillantes son Gliese 667 A y 667 B, orbitando la una junto a la otra a una distancia de unas trece veces la separación tierra-sol, y a casi 230 unidades astronómicas encontramos nuestra pequeña Gliese 667 C, la estrella más pequeña del conjunto, con siete mundos girando a su alrededor.

Quizás un astrónomo de una de esas tres exotierras que están situadas en una zona donde el agua puede permanecer en estado líquido, haya mirado alguna de vez a una pequeña enana amarilla situada a 22 años luz de su sol, quizás tengan la tecnología suficiente para saber que tiene tres planetas orbitando en su zona habitable (como nosotros habrá pensado), pero en sus divagaciones quizás habrá desestimado la posibilidad de que haya vida alrededor de un sistema tan diferente al suyo, con una sola estrella mucho más grande y brillante que su confortable sol materno, con planetas en zona habitable pero demasiado pequeños como para poder retener una atmósfera que pudiera protegerlos de tan grande cantidad de radiación.

«No, la vida lo tendría muy difícil para sobrevivir en un ambiente tan diferente al nuestro, los sistemas triples son la clave», pensaría desde su observatorio.

Puede que merezca la pena mirar los píxeles de esta foto, perder un par de sinápsis en recordarlos (tenemos millones), quizás los miremos de otra manera en unos años. Puede que estemos cruzando alguna mirada que otra.

Fuente: universetoday

La búsqueda de seres vivos fuera de nuestro planeta con una sola definición de vida.

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La explosión «cámbrica» de descubrimientos acerca de nuevos planetas más allá de los confines de nuestro sistema solar nos lleva, irremediablemente, a poner sobre la mesa, de nuevo, la eterna pregunta sobre si existe o no vida fuera de la Tierra.

No es culpa nuestra, no es sensacionalismo, estamos viendo que nuestra galaxia a la mínima oportunidad que tiene crea un sistema planetario alrededor de cualquier tipo de estrella, en cualquier tipo de condiciones y, por lo que estamos comprobando, con la mayor celeridad posible.

Le da igual que sea una pequeña y poco brillante enana roja, como si se trata de un sistema triple o un cúmulo estelar, el tiempo y la evolución se encargarán de ajustar órbitas, masas y tamaños… el hecho es que donde miremos, si sabemos mirar adecuadamente, es fácil que encontremos un mundo girando alrededor de un astro (incluso los hemos encontrado vagando solos por el cosmos).

Nuestra referencia sobre lo que significa el concepto de vida está totalmente influenciado por el único ejemplo que conocemos, el nuestro. Una vida que ha evolucionado en un planeta tipo terrestre, cubierto en su mayor parte por masas de agua salina, protegido por una atmósfera con una proporción de gases muy determinada, orbitando a una enana amarilla. La vida que conocemos está profundamente ligada a la química del planeta en la que ha surgido, como debe ser.

Miramos a nuestro alrededor y solo vemos distintos moldes sacados de un mismo patrón, la teoría de un ancestro común a toda la vida terrestre actual, LUCA, nos impide que encontremos ningún otro concepto de vida. Los blogs y páginas de ciencia de todo el mundo reventarían si encontrásemos un organismo en nuestro planeta con 8 o 9 nucleótidos diferentes, si un biólogo mostrase un animal que se basara en la química del silicio o a una bacteria con una pared celular basada en el hierro. No habría servidores en internet capaces de aguantar los ríos de caracteres que se iban a verter. Y lo sabéis.

El problema viene cuando lo que pretendemos es buscar vida fuera de nuestro planeta, ¿qué es lo que exactamente buscamos?. Solo tenemos una definición de vida centrada en una única experiencia, no sabemos nada acerca de como puede haber evolucionado la vida en un entorno totalmente diferente al nuestro, no sabemos las respuestas que puede haber dado la evolución a los millones de problemas que se le pueden haber puesto en su camino, no sabemos nada, no tenemos una definición de vida real.

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A la hora de seleccionar que exoplanetas pueden ser más favorables para poder ser candidatos a soportar organismos vivos, nos guiamos por el concepto de «zona habitable», aquella región alrededor de una estrella donde el planeta puede, potencialmente, tener agua líquida en su superficie. También nos emocionamos si además encontramos un planeta con tamaño similar al terrestre dándose una vuelta por esa zona habitable, y pegaremos saltos de alegría cuando a ese planeta de tamaño parecido a la tierra que está a una distancia de su sol adecuada para la existencia de agua líquida en superficie le encontremos una pequeña luna o una atmósfera con trazas de sustancias orgánicas. Y nada más.

No sabemos lo que buscamos, ni hacia donde tenemos que mirar. Nuestra tecnología avanza más rápido que nuestras teorías acerca de lo que podemos encontrar fuera de la Tierra. Pronto tendremos al telescopio espacial James Webb enviando datos asombrosos sobre planetas extrasolares, otros telescopios terrestres se están construyendo con los mismos fines para la tercera década de nuestro siglo. Tenemos que tener muy claro que ni orbitamos alrededor de la estrella más común de nuestra galaxia, ni nuestro planeta es del tipo más frecuente. Ni siquiera nuestro sistema solar parece ser muy común por ahí fuera. Debemos tener claro lo únicos que somos y que con casi toda seguridad lo que encontremos fuera de nuestra atmósfera no tenga nada que ver a lo que estamos acostumbrados. La definición de vida tendrá que ser reescrita una y otra vez. Cada planeta con diferente química, diferente distancia a su sol, radiación recibida, grosor y presión atmosférica, tiempo de formación, impactos recibidos por otros cuerpos,… nos dará una nueva definición de lo que la vida es. Y estaremos encantados de haberla descifrado.

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