¿Es nuestro sistema solar un lugar privilegiado para la vida? Llega el antropocentrismo cosmológico

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El antropocentrismo es la teoría que sitúa al ser humano como medida de todas las cosas.

«Así la naturaleza humana, su condición y su bienestar –entendidos como distintos y peculiares en relación a otros seres vivos– serían los únicos principios de juicio según los que deben evaluarse los demás seres y en general la organización del mundo en su conjunto».

Esta corriente de pensamiento lleva fustigando al ser humano desde el siglo XVI (yo creo que mucho antes, pero es lo que ponen los libros). Los tiempos cambian, las mentes evolucionan y los nuevos científicos del siglo XXI se actualizan en sus doctrinas. ¿Eliminamos el antropocentrismo y el principio antrópico?. No, mejor lo extendemos a todo el universo observable y nos actualizamos ya del todo.

Últimamente abundan los artículos que defienden lo especial que es nuestro rincón del universo y la gran cantidad de leyes físicas dirigidas solamente con el propósito de que el ser humano exista.

Un equipo de científicos de la Universidad de Nueva Gales en Sydney han analizado la luz proveniente de cuásares lejanos usando datos del Very Large Telescope (VLT) y una de las conclusiones que han sacado es que una de las constantes de la naturaleza parece ser diferente en distintas partes del Cosmos, afirmando que nuestro Sistema Solar está situado en una zona del Universo que es propicia para la aparición de la vida.

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La suposición de que una de las constantes de la naturaleza cambia según en el lugar del Cosmos donde nos encontremos va en contra del principio de equivalencia de Einstein y el principio cosmológico que defiende que las leyes de la física son iguales en todos los lugares del Universo.

Lo que se ha encontrado tiene que ver con la constante de estructura fina, una constante física fundamental que caracteriza la fuerza de la interacción electromagnética.

Según John Webb «el hallazgo es una verdadera sorpresa para todos». Los cambios en esta constante parecen tener una orientación, creando una especie de «eje» que atraviesa el Universo.

«Después de medir alfa (valor de la constante) en 300 galaxias distantes el valor no es el mismo que el obtenido en la Tierra» dice Webb.

«Las implicaciones para nuestro entendimiento de la ciencia serían muy profundas. Si los valores de las leyes físicas pasan a ser locales en vez de generales, significaría que nuestro lugar en el Universo favorece la presencia del ser humano» sigue explicando Webb. «Si estos resultados se verifican claramente necesitamos nuevas teorías de la física que los expliquen», martillea en mi mente Webb, digo… continua diciendo Webb.

Como defendemos el método científico hay que decir que estos resultados ya se obtuvieron con el telescopio Keck en Hawaii. Los datos sugieren que el valor de alfa es ligeramente menor cuando la luz del cuásar fue emitida, hace 12.000 millones de años, que el valor que actualmente podemos medir en nuestros laboratorios terrestres si usamos los datos del telescopio Keck situado en el hemisferio norte. Ese mismo valor es ligeramente mayor que el obtenido en la Tierra cuando los datos provienen del VLT, situado en el hemisferio sur.

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Cada hemisferio mira hacia un lado opuesto del universo observable. Si los valores obtenidos por ambos telescopios fueran iguales significaría que la constante no varía miremos donde miremos. La existencia de una variación mínima de menos de una parte en cada 100.000 es la raíz del problema, el universo parece tener un alfa mayor en una dirección y una menor en otra.

La Tierra parece situada en algún punto medio de esta gradación, un sitio donde la fuerza de la interacción electromagnética permite las reacciones químicas tal como las conocemos (un crecimiento de alfa de solo un 4%, por ejemplo, no permitiría a las estrellas formar carbono impidiendo que existiera toda nuestra base estructural).

Y vosotros os preguntaréis, ¿cuánto tiempo más va a seguir escribiendo estos resultados y va a perder los modales? Pues ya.

Los resultados hay que ponerlos porque ahí están, son fruto de una investigación desde 2011 y la ciencia se basa en mediciones, y si tienen razón pues yo cojo cierro el blog y sigo con mis quehaceres normales (que varias entradas a la semana durante casi dos años lleva su trabajo, además si hay un poco de suerte no sé si podré mantener este ritmo dentro de un tiempo).

Pero varias datos acuden a mi mente que pueden hacerme sospechar que los datos simplemente son incorrectos. Son cientos (sino miles) los experimentos que han confirmado las teorías de Einstein acerca del principio de equivalencia. Si es verdad que solo en nuestra parte del universo las reacciones químicas son viables ¿qué hacen nuestros radiotelescopios detectando carbono, azúcares y hasta ron en diferentes puntos del cosmos?. ¿Qué hacen todos esos sistemas planetarios orbitando alrededor de todo tipo imaginable de estrellas?, (hasta se forman sin estrellas oye). ¿Qué hacen algunos telescopios detectando en la luz que obtienen de las atmósferas de esos planetas patrones compatibles con la existencia de metano y de silicio?

¿Todas esas mediciones son incorrectas? ¿O puede haber algún factor que hayan pasado por alto a la hora de medir la constante de estructura fina?

Somos una especie única y maravillosamente extraña. Millones de factores han concurrido para que existamos. No hay duda de eso. Pero cuanto más conocemos del universo que nos rodea menos dudas tenemos que esta excepcional singularidad, que es la vida, se repite una y otra vez en todos los lugares del cosmos donde tiene la más mínima oportunidad.

El antropocentrismo tiene una tratamiento muy simple, el tiempo.

“No se si existen o no, pero es todo caso, el Universo es enorme. Y si solo estamos nosotros… ¡¡Cuanto espacio desaprovechado!!” (Contact, Carl Sagan)

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Lo que nos cuenta nuestro planeta acerca de la vida en el Universo

DNA

La astrobiología es la ciencia que estudia la vida en otros mundos, su rango de estudio es amplio y fascinante. Organismos capaces de sobrevivir a altísimas dosis de radiación, formas de vida que no utilicen el carbono como base estructural, seres vivos utilizando longitudes de onda cercanas al infrarrojo para fabricar sus propios nutrientes… Todo un amplio abanico de posibilidades que podamos imaginar y un más amplio cajón con miles de esos abanicos de posibilidades que ni siquiera podemos llegar a sospechar.

Todo esto solo tiene un pequeño problema, aún no hay nada que estudiar. El único ejemplo que tenemos de vida reside en nuestro planeta de origen, cualquier intento de ir un poco más allá son proyecciones de lo que ya conocemos. Intentamos construir modelos de seres vivos adaptando los ejemplos ya existentes a nuevas condiciones medio ambientales con mayor o menor presión atmosférica, diferentes componentes químicos usados tanto para la estructura de esos seres vivos como para la obtención de nutrientes, diferentes fuentes de energía como las que pueden proveer, por ejemplo, una cercana enana roja con una luminosidad hasta el 60% menor que nuestro sol (el tipo estelar con exoplanetas más frecuente de nuestra galaxia) y miles de variables más.

Mientras se acerca el esperado momento de tener una segunda opinión sobre la forma en que el cosmos interpreta la vida, hay muchas conclusiones que pueden sacarse de la que ya conocemos. Esas conclusiones puede que sean extensibles a otras localizaciones o puede que no.

En concreto Adam Frank, profesor de física y astronomía en la Universidad de Rochester, reflexiona acerca de un aspecto que si que puede ser extendible a otros planetas. Habla sobre la posibilidad de cuantificar las probabilidades de que un organismo desarrolle algún tipo de inteligencia.

Dejando a un lado si otras formas de vida están basadas en el carbono, si tienen una secuencia de nucleótidos como nuestro ADN o si respiran oxígeno, lo cierto es que cada planeta solo tiene una estrecha franja en el tiempo cosmológico en el que es habitable, sus soles incrementan su temperatura de una manera más rápida o más lenta, ninguna estrella mantiene su zona de habitabilidad por siempre, las estrellas nacen y mueren.

La tierra no escapa a este axioma, las estimaciones actuales nos hablan de unos 1000 millones de años antes de que el planeta se vuelva demasiado caliente como para soportar vida, la vida empezó hace unos 4000 millones de años, la conclusión es clara, estamos «al final» de nuestro periodo habitable (que no cunda el pánico que en 1000 millones da tiempo a hacer muchas cosas).

«Estos datos sirven para hacer ciertos cálculos acerca de que la vida adquiera inteligencia. La Tierra tiene unos 4500 millones de años, las formas más primitivas de vida no surgieron hasta hace unos 3700 millones de años, estos números nos indican que, al menos en el caso de la Tierra, no fue muy complicado el hecho de que apareciera la vida, lo que realmente costó fue la aparición de la inteligencia humana» cita el blog de Adam Frank.

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Y hasta aquí cito. Estoy de acuerdo con que cada mundo puede tener su ventana de tiempo para «intentar» formar vida, es lógico pensar que cada planeta depende totalmente de su estrella para poder reunir las condiciones necesarias para la habitabilidad. Pero creo que es un error extrapolar las fechas en las que surgió la vida en la Tierra y en las que empezó a atisbarse cierta inteligencia (yo aún no veo mucha) a otros mundos para deducir que la vida es un proceso que puede ser común en el cosmos pero no así seres vivos más complejos capaces de ser conscientes de sí mismos y de desarrollar ciertas habilidades cognitivas.

Volvemos a un error de tipo antropocéntrico, solo que un poco más evolucionado del que cometíamos en la Edad Media. Ya no podemos pensar que la Tierra es el centro del universo (hay millones de mediciones, imágenes y datos que no permiten ni empezar a discutirlo), pero si podemos aplicar ese «egoísmo antropocéntrico» que tanto nos gusta a otras conclusiones. La diferencia de tiempo entre la formación del planeta Tierra y la aparición de la vida en el planeta Tierra es un hecho que concierne solo y exclusivamente a las condiciones que se dieron en el planeta Tierra, son millones los factores que se vieron implicados y no creo que puedan generalizarse para otros sistemas.

Lo que aquí costó 800 millones de años en otro planeta pudo solo generarse en 400, o quizás 2000 millones de años, o quizás nunca. Los pasos necesarios para que yo esté escribiendo este post quizás en otro lugar costaron mucho más o quizás nunca llegaron.

La conclusión a la que llegan en el escrito es que «las formas simples de vidas son comunes; la vida inteligente es escasa», mi humilde e inexperta opinión es que acabamos de empezar con una rama de la ciencia extraordinariamente apasionante como es la astrobiología, quizás la conclusión sea cierta, sería lógico pensarlo, en nuestro sistema solar por ahora solo conocemos un tipo de vida (tampoco nos hemos molestado en buscar más de forma seria), pero si algo hemos aprendido en nuestra corta evolución como especie es que cada vez que soltamos una verdad incontestable, a los pocos siglos nos la tenemos que tragar, de ser el centro del universo a tener centenares de exoplanetas orbitando a lo largo y ancho de toda la Vía Láctea hay un largo camino de humillaciones.

No cometamos el mismo error ahora. El tiempo en encontrar vida fuera de nuestro planeta será mucho más largo si partimos con prejuicios. Veo muy difícil encontrar una colonia de E.Coli en una piedra de Titán o un hongo adherido a una placa de hielo en Europa. Si vamos con un instrumento capaz de encontrar ADN quizás lleguemos a la conclusión de que no existe vida mas que en nuestro pequeña bola azul,… o quizás no.

Nuestro planeta cuenta solo una historia dentro de la enorme enciclopedia de la vida en el universo. Habrá historias parecidas a la nuestra y otras totalmente diferentes.

Sea de una manera o de otra se avecinan tiempos muy interesantes.

La primera evidencia de vida fuera de nuestro planeta no tardará en llegar

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La primera prueba de vida en un lugar que no sea la Tierra no va a tardar en llegar mucho más tiempo.

Algunos pensábamos que vendría fruto de la exploración robótica de nuestro propio sistema solar. Una misión a Marte con los instrumentos adecuados para investigar vida microbiana en el subsuelo, un explorador al inmenso oceáno de Europa o un rover a Titán.

Pero todo eso tardará décadas en materializarse, los recortes han frenado en seco todos estos apasionantes proyectos.

La primera señal de vida llegará en forma de una señal pasiva, algo que nos indique que ha sido formado por la existencia de vida o el desarrollo de alguno de sus procesos, todo indica que se hallará en la atmósfera de algún exoplaneta y todo indica que será pronto.

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Los planetas con atmósfera confirmada son el mejor lugar para empezar la búsqueda de vida, es lógico que dirijamos nuestra mirada hacia capas de gas rodeando un mundo rocoso, que le dote de fuentes de energía y protección de las radiaciones provenientes del espacio. Los instrumentos que vienen, sobre todo el telescopio espacial James Webb, van a permitir escrudiñar esos preciosos nichos de habitabilidad de forma inimaginable solo hace unos pocos años.

Lo primero que debemos determinar es si es una atmósfera que merezca la pena ser estudiada. La mayoría de los planetas hallados por el Kepler no cumplen las mínimas condiciones de habitabilidad, al menos en principio.

Una atmósfera de un grosor parecido a la nuestra y situada a una distancia de su estrella que permitiera unas temperaturas aceptables sería un punto de partida excelente.

En la Tierra hay abundancia de oxígeno, una sustancia gaseosa resultante de la vida que inunda nuestro planeta. Un exoplaneta con enormes cantidades de oxígeno y metano podría significar que hay algún proceso vivo que los está generando, algo los metaboliza.

Pero distinguir las trazas de estos gases en atmósferas situadas a varios años luz no es tarea fácil. Hasta ahora se ha podido realizar mediciones de unos 50 planetas, todos ellos enormes gigantes gaseosos de estructura similar a nuestro Júpiter orbitando a distancias muy pequeñas de sus soles, mundos que dificilmente podrían albergar ningún tipo de vida.

Con los medios actuales es muy complicado cazar esos biomarcadores en pequeños planetas potencialmente habitables. El oxígeno presenta muchas dificultades para ser localizado en un espectro, el metano es más sencillo de encontrar aunque también necesita de poderosos telescopios, tanto que aún no está claro si el Webb podrá hacerlo.

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Otras métodos que barajan los exobiólogos sería el de observar otros signos de la atmósfera que no fueran las sustancias que la componen. En la Tierra es muy frecuente que todas las formas de vida desperdicien energía que no pueden usar, en nuestro caso las plantas reflejan fotones que no llegan a utilizar, si la masa vegetal es lo suficientemente densa puede observarse un resplandor en la parte infrarroja del espectro, un «halo rojo» que podría ser observado en otras atmósferas.

También se habla de usar imágenes directas del objetivo, como ya ha pasado con la primera determinación del color de un exoplaneta que resultó ser de un hermoso color azul, aunque no por las causas a las que estamos acostumbrados sino por la existencia de silicatos en estado cristalino.

Quizás el observar un tímido color verde nos podría dar pistas sobre una posible vida basada en la fotosíntesis, aunque otros colores podrían ser válidos, todo depende del pigmento que usaran para acumular la luz de su sol. Aquí se usa la clorofila A lo que explica que la mayoría de plantas sean verdes. Otras estrellas con diferentes longitudes de onda provocarian el desarrollo de diferentes tipos de pigmentos (u otras estructuras similares) lo que daría lugar a otros tipos de colores predominantes en el planeta.

Debemos estar preparados para muchas variantes, se aproximan tiempos muy bonitos para la astrobiología. Los próximos 5-10 años prometen y mucho.

Cómo encontrar vida en Marte

El rover Curiosity nos ha dado la primera señal de aviso. Marte tuvo la capacidad de soportar vida en algún momento de su historia. Es lo único que tenemos por ahora. Ningún científico ha sido capaz detectar signos indirectos o directos de vida unicelular o multicelular.

El siguiente rover marciano, que iniciará si viaje hacia el año 2020, tendrá la capacidad de investigar sobre si hubo o no vida en el pasado.

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Para ello será fundamental uno de los objetivos estrella de la misión, taladrar 31 muestras de la superficie marciana y dejarlas preparadas para que una futura misión pueda traerlas a la Tierra.

Encontrar señales de vida pasada sería mucho más sencillo con los instrumentos que poseemos en nuestros laboratorios una vez recuperadas las muestras.

Algunos miembros de la comunidad científica defienden que el Viking 1 ya detectó vida allá por el año 1976. Quizás los experimentos que se realizaron no eran lo suficientemente sensibles. O quizás lo reactivos usados destruyeron la materia orgánica que pretendían detectar. Aunque lo más seguro es que no detectó ningún tipo de vida porque el lugar donde la buscó (la superficie marciana) es incapaz de soportar ningún tipo de vida en la actualidad.

La intensa radiación que Curiosity ha medido, las extremas temperaturas y los percloratos pueden haber esterilizado por completo la superficie. Situación que puede cambiar radicalmente apenas a 5 metros de profundidad.

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Los instrumentos que llevará la misión de 2020 tendrán mucha más precisión que los de su anciana predecesora. Pero estarán dirigidos a buscar vida pasada, no actual. Un fallo que podría haber subsanado un nuevo instrumento desarrollado en el Instituto Tecnológico de Massachusset, capaz de detectar trazas de ADN y ARN provenientes de organismos actuales o con una antigüedad máxima de 1 millón de años (siguiendo los patrones de descomposición en nuestro planeta).

Son numerosas teorías las que apuestan por un origen común de la vida entre Marte y la Tierra. Hace unos 3.500 millones de años un aumento exponencial en el bombardeo de meteoros en todo el sistema solar pudo favorecer el intercambio de material entre el planeta rojo y nuestro mundo. La creencia de un ancestro común no sería tan disparatada, y de ser cierta buscar ADN o ARN no sería tan mala idea. Al menos en Marte.

Quizás un instrumento parecido viaje en alguna misión futura, quizás secuencie alguna cadena de nucleótidos que nos resulte familiar, quizás solo sea uno de los medio millón de microorganismos que se estima que el Curiosity ha transportado a Marte desde nuestro planeta, o quizás sea un nuevo comienzo para el entendimiento de nuestra propia existencia.

Cruce de miradas con 22 años de diferencia

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Foto del sistema triple Gliese 667 tomada el 29 de Junio de 2013

A veces miras una imagen, de forma rápida, la escaneas unas pocas décimas de segundo. Son píxeles plasmados sobre una pantalla, nada más. Si los píxeles conforman una imagen que tu cerebro estima como hermosa quizás, solo quizás, te detengas un poco más en observarla. Puede que te evoque algún recuerdo, alguna emoción vivida con anterioridad, que despierte alguna sinapsis neuronal creada hace años…

Hace pocos días se daba la noticia del descubrimiento de tres nuevas supertierras orbitando en la zona habitable de la estrella Gliese 667 C. El nuevo descubrimiento elevaba hasta siete los mundos pertenecientes al sistema planetario encontrado alrededor de esta estrella, siendo el planeta denominado como f un candidato firme para la habitabilidad.

El observatorio Jaioca en Puerto Rico abrió sus ojos para obtener una imagen de este sistema estelar único hasta donde nosotros los humanos podemos saber.

Y aquí tenemos esa reunión de píxeles de la que hablábamos, los dos componentes más brillantes son Gliese 667 A y 667 B, orbitando la una junto a la otra a una distancia de unas trece veces la separación tierra-sol, y a casi 230 unidades astronómicas encontramos nuestra pequeña Gliese 667 C, la estrella más pequeña del conjunto, con siete mundos girando a su alrededor.

Quizás un astrónomo de una de esas tres exotierras que están situadas en una zona donde el agua puede permanecer en estado líquido, haya mirado alguna de vez a una pequeña enana amarilla situada a 22 años luz de su sol, quizás tengan la tecnología suficiente para saber que tiene tres planetas orbitando en su zona habitable (como nosotros habrá pensado), pero en sus divagaciones quizás habrá desestimado la posibilidad de que haya vida alrededor de un sistema tan diferente al suyo, con una sola estrella mucho más grande y brillante que su confortable sol materno, con planetas en zona habitable pero demasiado pequeños como para poder retener una atmósfera que pudiera protegerlos de tan grande cantidad de radiación.

«No, la vida lo tendría muy difícil para sobrevivir en un ambiente tan diferente al nuestro, los sistemas triples son la clave», pensaría desde su observatorio.

Puede que merezca la pena mirar los píxeles de esta foto, perder un par de sinápsis en recordarlos (tenemos millones), quizás los miremos de otra manera en unos años. Puede que estemos cruzando alguna mirada que otra.

Fuente: universetoday

Tres nuevas supertierras en la zona habitable de Gliese 667c

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La ESA acaba de mandar una nota de prensa que vuelve a convulsionar el campo de los mundos habitables fuera de nuestro sistema solar.

«Un equipo de astrónomos ha combinado nuevas observaciones de Gliese 667C con datos del instrumento HARPS, instalado en el telescopio de 3,6 metros de ESO, en Chile, para desvelar la existencia de un sistema con, al menos, seis planetas. Pero lo que rompe todos los récords es el hecho de que tres de esos planetas son supertierras situadas en la zona que rodea a la estrella dentro de la cual podría haber agua líquida, convirtiéndolas en posibles candidatas para la presencia de vida. Se trata del primer sistema encontrado con una zona habitable totalmente equipada» explica el comunicado de la agencia espacial europea.

La estrella madre es Gliese 667C alejada 22 años luz de nuestro sol, y con un tercio de su masa. Está dentro de un sistema triple en la constelación de Escorpio.

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Hasta ahora se sabía de la existencia de tres exoplanetas en ese sistema, uno de ellos dentro de la zona de habitabilidad. Pero los datos del HARPS elevan esa cifra hasta más de siete, orbitando alrededor de la tercera estrella más débil. Y ahora llega lo sorprendente, todos estos nuevos planetas abarcan por completo la zona de habitabilidad, es fascinante.

“Sabíamos, por estudios previos, que la estrella tenía tres planetas, y queríamos ver si podía tener alguno más”, afirma Tuomi. “Sumando algunas observaciones nuevas y revisando datos anteriores fuimos capaces de confirmar estos tres, con la confianza de encontrar alguno más. ¡Ha sido muy emocionante encontrar tres planetas de baja masa en la zona de habitabilidad de la estrella!”.

Tres de los exoplanetas son supertierras (con un tamaño mayor que nuestro planeta y menor que Urano), el hecho de que además estén en la zona de habitabilidad les confiere la posibilidad de que exista agua líquida en superficie. Se trata de la primera vez que tres planetas de este tipo se localizan orbitando esta zona al mismo tiempo.

“El número de planetas potencialmente habitables en nuestra galaxia es mucho mayor de lo que podríamos pensar si tenemos en cuenta que podemos encontrar varios de ellos en torno a cada estrella de baja masa — en lugar de buscar diez estrellas para encontrar un único planeta potencialmente habitable, ahora sabemos que podemos buscar tan solo una estrella y encontrar varios planetas”, añade el coautor Rory Barnes.

Esto no ha hecho más que empezar… Fascinante…

Fuente: ESO

Actualización: infografía de las nuevas supertierras de space.com

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– Vídeo con las características de cada exoplaneta

Como véis el tema de los exoplanetas apenas inquieta al autor de este blog… posibles atardeceres en cada uno de los planetas recién descubiertos… ya paro.

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– Fotografía del sistema Gliese 667…

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De aquí surge la vida

Restos de la Supernova SN 1006

Restos de la Supernova SN 1006

No suelo comentar las imágenes del día de la página la NASA, pero hoy vamos a hacer una excepción. No es una imagen particularmente bella, ni espectacular como las hay a miles en el amplio catálogo que ya posee nuestra especie sobre el cosmos que nos rodea.

Lo que estamos viendo son los restos de la más brilante supernova que los registros del ser humano recuerdan. En los cielos de todo el mundo del 1 de Mayo del año 1006, una estrella aumentó su brillo de manera súbita. Era tal la luminosidad que desprendía que competía con la de la luna. Astrónomos e historiadores de China, Egipto, Italia, Japón,… dejaron constancia en numerosos escritos del evento estelar de mayor magnitud visual de nuestra pequeña y corta historia como observadores del cosmos.

Cuentan los escritos que su brillo iluminaba la oscuridad de la noche, permitiendo ver los objetos que estaban en el suelo. Su color amarillento y el año entero que se mantuvo en el cielo permitió que sus restos fueran identificados 959 años después, en 1965. Lo que vemos en la imagen que encabeza el post es una cáscara circular de unos 60 años-luz de diámetro localizada a unos 7.200 años-luz de nuestra tierra.

Se cree que SN 1006 (que así se llama en la actualidad) era originariamente una estrella binaria, una de sus dos estrellas, una enana blanca, explotó cuando el gas proveniente de su compañera la llevó a superar el límite de Chandrasekhar. La supernova eyectó material a una enorme velocidad, generando una onda de choque que precede al material expulsado.

El universo tiene su particular manera de evolucionar. Desde los más elementales átomos de hidrógeno y helio que lo formaban fracciones de segundo después del Big Bang, hasta los complejos dedos formados por estructuras musculares y nerviosas con los que escribo estas líneas.

Para golpear estas teclas de una manera precisa y con sentido necesitamos carbono, nitrógeno, oxígeno,… Para obtener estos elementos necesitamos un horno que los elabore, una estrella que vaya formando materiales pesados a partir de los más simples. Y para que lleguen a formar planetas y formas de vida compleja necesitamos que se distribuyan por el universo, necesitamos procesos estelares como las supernovas.

La explosión de una estrella despide materiales de todo tipo en todas las direcciones del espacio. Esos materiales, con el tiempo, formaran parte de nebulosas planetarias que rodean a otras estrellas, esas nebulosas irán compactándose formando sistemas planetarios y en esos planetas puede surgir la vida.

Nuestros átomos han realizado un largo viaje a través del espacio. Quizás los que nos forman provengan de una sola supernova, quizás de varias, quizás muy cercana a nuestro sistema solar o quizás a varios cientos de millones de años-luz de nosotros.

La imagen no es muy espectacular, asemeja a lo que podemos ver a través del microscopio si enfocamos un embrión de cualquier especie a los pocos días de su formación. Un embrión es sinónimo de vida. Esta imagen también lo es.

Fuente: Astronomy picture of the day

Una cámara del Curiosity aprende a ver minerales hidratados

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El equipo del Curiosity ha encontrado un nuevo uso a la Mastcam.

Aprovechando los filtros para ver en el espectro infrarrojo cercano, la potente cámara del rover es capaz de identificar la presencia de algunos tipos de minerales hidratados.

Esta técnica ha sido utilizada para rastrear las inmediaciones del terreno donde se tomó la muestra procedente de la primera perforación.

Los distintos niveles de brillo han servido para comprobar un aumento de este tipo de materiales en las vetas que cortan las rocas de «Yellownife Bay». Estos minerales se diferencian drásticamente de los arcillosos que rodean al rover.

La Mastcam puede usar esta nueva habilidad para rastrear objetivos relacionados con la antigua presencia de agua, optimizando el precioso tiempo de la misión.

Tener una cámara que rastree con antelación los lugares donde la habitabilidad del terreno pudo ser mayor en un pasado es una nueva arma que hay que aprovechar.

La semana pasada se demostró que la zona del cráter Gale fue apta para que la vida tuviera una oportunidad para desarrollarse. Los nuevos datos han sorprendido a los investigadores, la cantidad de materiales hidratados es mucho mayor que el esperado. Esto promete.

Un ejemplo lo podemos ver en las dos imágenes siguientes.

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En la primera podemos ver una imagen sin procesar de la roca «Tintina» que fue rota por el rover al pasar por encima de ella. La segunda imagen muestra la escala de colores asignada a la mayor o menor hidratación de la roca. Vemos que el rojo intenso (mayor hidratación) predomina en el lado de la roca que estuvo expuesto a fenómenos ambientales del lugar.

Así podemos comparar la imagen que abre este post con la siguiente:

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Quedando claro los lugares que eligió el agua para fluir entre la matriz de las rocas.

Fuente: página oficial del JPL

Actualización: no todo son buenas noticias. El rover ha vuelto a entrar en modo seguro por un nuevo fallo en la memoria del ordenador B con el que estaba funcionando después del error en la parte A. Se cree que en un par de días podrá reiniciar sus actividades normales. Lo malo es que se acerca el parón de un mes programado para el 4 de abril. Un parón provocado por la situación del Sol entre la Tierra y Marte, lo que empeorará sensiblemente las comunicaciones.

MARTE FUE HABITABLE

Dos tipos diferentes de ambientes habitables marcianos

Dos tipos diferentes de ambientes habitables marcianos

Ya lo tenemos, la rueda de prensa de hoy ha soltado la noticia que todos esperábamos desde que se inició esta misión. El verdadero objetivo del Curiosity era confirmar la habitabilidad de Marte en un pasado. Y hoy es el día.

El análisis de la muestra tomada por el rover ha desvelado que Marte cumplía las condiciones de habitabilidad para soportar vida microbiana.

Se han identificado azufre, nitrógeno, hidrógeno, oxígeno, fosfatos y carbono. Un elenco enorme de los ingredientes que forman los ladrillos de la vida. Cuándo pudo estar presente en Marte no lo sabemos, cuánto tiempo tampoco ni si existe hoy en día. Pero el día de hoy es un gran paso para la astrobiología. Por primera vez se confirma que no habría habido impedimento para que formas microbianas (al menos) se desarrollaran en esa parte concreta del cráter Gale. Pudo haber vida.

El área Yellowknife Bay fue el final de un sistema de canales fluviales donde se juntaron condiciones muy propicias para la existencia de vida. Minerales de tipo arcilloso, sulfatos, un ambiente húmedo, no demasiado ácido o salado. Un ph neutro en las aguas que bañaban la zona… agua potable señores, agua potable.

Estos minerales arcillosos son producto de la reacción de agua líquida con materiales como la olivina. La presencia de sulfato de calcio confirma que el medio en el que se formaron tenía un ph neutro.

Las orillas de este antiguo lago también poseían un gradiente de energía química, proveniente de materiales con mayor o menor grado de oxidación. Esto es fundamental para la vida, los microbios tenían una fuente de energía para sobrevivir.

Curiosity permanecerá algún tiempo en su localización actual, donde debe aún recuperarse de su fallo en la memoria de uno de los dos ordenadores. Deberá sacar más muestras que confirmen el hallazgo de hoy, y tomará rumbo hacia la base del Monte Aeolis, el verdadero objetivo de la misión.

La astronomía y la astrobiología atraviesan uno de los momentos más emocionantes de su reciente historia. Allá donde miramos solo nos asalta una idea, la evolución natural del cosmos es crear vida.

¿A cuánto estamos de descubrir vida fuera de nuestro planeta?

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La exploración espacial ha entrado en una fase apasionante desde que se inició hace una pequeña fracción de tiempo dentro de la historia de la humanidad.

No existe el día, en los últimos meses, que no haya una noticia nueva o relacionada con algún hallazgo astronómico o alguno proveniente de las múltiples sondas que pueblan nuestro sistema solar. Sigue leyendo